La música se crea y se produce con la mayor calidad posible que la técnica permite. Se cuida con detalle y con paciencia cada elemento de la mezcla, se ecualiza cada pista y su conjunto para equilibrar frecuencias y se masteriza para lograr el mayor impacto. En la época en la que se compraba físicamente un CD, un vinilo o cualquier otro formato «real», el audio que obtenías en tu compra era igual o similar al generado en el estudio. Es decir, consumías el producto «sin procesar», con la garantía y certeza de poder disfrutarlo tal cual te lo querían mostrar sus creadores.
En la era del consumo de música en internet a través de streaming esta garantía de calidad ya no existe. Esto se debe a que toda la música debe ser comprimida para reducir su espacio y que ocupe menos. Lógicamente, esto ya se hace desde hace mucho tiempo, incluso sin la intención de un consumo en streaming, simplemente para que podamos guardar muchas más canciones en nuestros teléfonos móviles, USB’s, ordenadores, discos, etc. No obstante, en este caso puedes conocer la información de la calidad del audio en el propio archivo almacenado y así tener constancia de lo que estás consumiendo.
Al escuchar música desde internet no tenemos siempre toda la información a nuestro alcance o no tomamos esa conciencia por desconocimiento o tolerancia. Por ello planteamos lo siguiente: ¿Sabes qué calidad tiene lo que escuchas? Y si la conoces, ¿eres consciente de lo que esta calidad te ofrece?
Para hablar de calidades digitales estamos obligados a hablar de bits. Los kbps, o kbit/s, son una contracción de kilobits por segundo. Esta tasa de bits (bitrate) define la cantidad de datos transmitidos en una secuencia de audio.
Las calidades más habituales que se utilizan son (en kbps) 320, 256, 190, 160, 128, 96, etc. Según disminuye el valor, se pierde más calidad y definición (generalmente en las frecuencias altas), manteniendo el cuerpo en los elementos que conforman la base de frecuencias principalmente bajas y «ensuciando» la mezcla en frecuencias medias-altas.
Nosotros recomendaríamos siempre una calidad mínima de 190kbps para asegurar una nitidez adecuada. Aunque para los que somos amantes de la música y el sonido, la calidad ideal debería ser de 256 o 320kbps.
Con toda esta información ya podemos exponer los números que Spotify ofrece para los distintos dispositivos:
La conclusiones son bastante significativas:
- Solo usuarios Premium (de pago) pueden acceder a calidad máxima de 320kbps.
- Por defecto si no haces ningún ajuste, la calidad que escuchas es la mínima, incluso si eres Premium. Si no lo cambias accediendo a los ajustes, estarás pagando pero escuchando con menor calidad.
- La calidad en el reproductor web es inferior.
Para terminar mostramos las calidades ofrecidas por otros proveedores:
APPLE MUSIC AAC a 256 kbps |
GOOGLE PLAY MUSIC MP3 a 320 kbps |
DEEZER PREMIUM MP3 a 320 kbps |
TIDAL AAC a 320 kbps |
YOUTUBE APP AAC a 128 kbps |
SOUNDCLOUD MP3 a 128 kbps |
BANDCAMP MP3 a 128 kbps |
Escuches donde escuches tu música, sé consciente de lo que estás consumiendo. Y si finalmente te decantas por Spotify, pincha aquí para disfrutar de nuestra playlist.
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